domingo 7 de noviembre de 2010
Las tradiciones
En estos días se viene discutiendo a propósito de la posibilidad de modificar el orden de los apellidos, que sea primero el del padre o el de la madre según acuerden los padres, y que si no hubiera acuerdo, cosa extremadamente rara aunque no imposible, que no sea imperativa la prevalencia del apellido paterno sino el orden alfabético. Es un criterio. Que sea el paterno no es un criterio, sino una superioridad. Debemos aceptar que cada uno piense como quiera. Incluso que se apele a la tradición. Pero la tradición es, en muchas ocasiones, algo a proteger, y en otras a cambiar.Hubo un tiempo en que la tradición era que la mujer no pudiera votar. O que para abrir una cuenta corriente le tuviera que pedir permiso al marido.
Tradiciones que enorgullecen y nos hacen sentirnos nosotros, sí. Tradiciones como excusa para que se mantengan priviegios de género, no.
Y ya sé que en tiempos con tantos problemas esto puede parecer anecdótico. Pero no es ninguna anécdota. No hay más que leer estos días lo que algunos dicen.
Un abrazote
Guillermo
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Sr. Presidente, en tiempos de crisis, las discusiones sobre el chocolate del loro son profundamente irritantes.
Perder el tiempo discerniendo si una convención burocrática sobre los apellidos es igualitaria o no… es, sencillamente, incomprensible… con lo que está cayendo.
Se tendría que haber nacionalizado las 30 cajas de ahorro en quiebra (al modo sueco)… para evitar el colapso del crédito.
Y se tendría que haber volado a la cúpula de ETA , en Francia o en cualquier otra parte, para evitar muertes de inocentes.
Los apellidos… se pueden dejar dónde se encuentran, que de momento, no embargan pisos.
Un saludo a todos.
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