18/2/08

El caso "Lamela", la utilización política del sufrimiento

sábado 16 de febrero de 2008

Dolor, sufrimiento, cuidados paliativos

No soy objetivo. Lo confieso. Soy médico, y no he dejado de serlo para ser Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Dicho de otra manera, me siento un médico al que durante una etapa de su vida los extremeños le han encargado ser su Presidente.

No quiero que este post se convierta en un juicio en nuestra Plaza a lo ocurrido en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. De eso que cada uno saque sus conclusiones.

Simplemente quiero que cada uno se exprese tal como lo sienta en relación con algo tan sencillo como esto. Se puede perder la batalla frente a la enfermedad. Pero, ¿conlleva ello que aceptemos perderla frente al sufrimiento? ¿Se puede evitar el dolor y el sufrimiento como valor en si mismo? Si tu fueras médico, y para calmar el dolor de un paciente necesitas dar una dosis que puede poner en peligro su vida en ese momento, ¿lo haces?, ¿o lo dejas sufrir, para que se muera igualmente sufriendo?

Os pido que hablemos de temas tan importantes como éste sin hacernos daño unos a otros.
Un abrazote
Guillermo

Raimundo dijo...

Sr. Presidente: Como es sabido por todos, me voy a morir un año de éstos (y si tengo mala suerte, de cáncer). Así que tengo todo el derecho a opinar, aunque no sea médico, sobre mi libertad. Es mi muerte, y de nadie más. No es un asunto médico, ni político, ni administrativo. Es mío. Si en mi muerte manda otro, soy su siervo.

Exijo que en mi muerte se cumplan los protocolos legales de cuidados paliativos, sin que una denuncia anónima (como las de la Inquisición, las del franquismo) me haga morir aullando de dolor.

- Hechos: Hace unos días, el testimonio en televisión de una mujer que tuvo que ver morir a su madre con gran sufrimiento. Esta mujer acusaba a Lamela de ser el culpable. Y es que en todo el país (increíblemente), muchos médicos dejaron de usar las técnicas de cuidados paliativos (para evitar un expediente, supongo). Así lo escribieron varios médicos en los periódicos.

En un reportaje de Antena3, la cámara graba el gesto de indignación de un camillero vasco, al que se le obliga a trasladar a un accidentado de moto, hacia otro hospital, fuera del País Vasco. Sabía que era un crimen, que podía empeorar en el viaje, y empeoró, pero ya en el hospital cántabro (creo) al que llegó.

- Culpables: Se equivoca esa mujer. Los culpables son esos médicos (ésos y no los otros), su cobardía. La indignación del camillero no se equivoca. Culpable el médico que no cumple los protocolos médicos, y sí los legales (sin resultado de muerte, en este caso, creo). Son enfermos concretos, son médicos concretos (¿Todos en el País Vasco? ¿Cientos de “lamelistas”?) los que dejan que se “politice el sufrimiento” (un concepto terrorista que se cuela en la medicina, gracias a ellos). Miseria moral. No estamos en el franquismo, no te pueden torturar, solo expedientar.

Y por eso mismo, el Ministro de Sanidad, el de Justicia, y Zapatero en última instancia, han fallado en proteger a estos enfermos. Sus más sagrados derechos, el de la vida, y el de no sufrir en la muerte.

- Consecuencias: Se ha escrito que se trata de un ensayo para la privatización de la sanidad pública, introduciendo en ella servicios de pago, como ya se hace en el Hospital Clínico de Barcelona, en el que existe una zona VIP, Barnaclinic, dónde los pacientes pagan por determinados servicios (¿El de no morir aullando?). Cuando se extiendan, éstos médicos “lamelistas” de moral flojucha se enriquecerán atendiendo en estas zonas VIP a los ricos, o a “solo vascos”, mientras en Urgencias despacharán a los del Seguro con un gotero. ¿Acaso no es el sistema americano, el de Anatomía de Grey?

- Conclusiones: si Zapatero pierde estas elecciones, será por casos como los comentados. Por eso no se moviliza el electorado de izquierdas. Porque permite que grupos de personas sean acosados (mujeres que abortan legalmente, los actores opuestos a la guerra de Irak, médicos), para amedrentar al resto.

Votaré a Zapatero, Sr. Presidente, para impedir este troceamiento con enriquecimiento (fórmula infalible) de la Sanidad, pero sin ilusión. Y es que Zapatero falló. Caldera (el desaparecido) no.

Daniel Bernabé dijo...

Ojalá lo del Severo consistiera en un debate de fondo sobre la muerte digna. No es así. De lo que se trata es de la voladura controlada de la Sanidad Pública en la Comunidad de Madrid. La ecuación que plantean la admiradora de Thatcher y su pandilla es simple pero efectiva: "La única forma de que la gente se haga un seguro privado es que no quiera ir a un hospital público". Y el miedo, a que te maten a un familiar, que es lo que han dicho sobre Montes y su equipo los delincuentes de la COPE, es una excelente manera de conseguir este objetivo.

catalina dijo...

Sí a los cuidados paliativos.
En octubre murió mi padre en el Infanta Cristina de Badajoz.
Entre otros cientos de despropósitos que no es el momento de comentar, no se le administraron dichos cuidados.
El los pidió, nosotros los pedimos, pero el médico siempre se negó, argumentando que la sedación adelantaría el final.
No hubo forma de moverle de su posición. Seguramente tenía miedo.
El caso Severo Ochoa nos ha hecho mucho daño, muchísimo. Sí hay que hablar de él Guillermo.

Anónimo dijo...

Mi abuela, murió entre terribles dolores tras un fallo multiorgánico. Mi tía se acercaba llorando al mostrador para ver si era posible administrarles algo que le evitara tanto sufrimiento, pero la dósis máxima prescrita ya estaba administraba y los gritos de horror de mi abuela no significaban nada para quienes "cuidaban" de ella. Afortundamente en el cambio de turno, una persona sensata vió que aquello era inhumano y dijo que aunque le acortara la vida que era necesario administrarle mucha más cantidad de morfina. Mi abuela durmió, su respiración se hizo más serena y murió. Sufriendo demasiado, de una forma muy poco digna. Con apenas unas 8 horas de serenidad.

Mi abuela y mis tías maternas murieron de cáncer con metástasis. Para mi abuela, antes de comenzar los dolores el oncólogo que CUIDABA de ella comenzó a gestionar con mi madre el modo de administración de morfina y le facilitó recetas antes de necesitarlas con el fín de que siempre tuviera para calmarle los dolores que se esperaban aunque superase la cantidad máxima permitida en la seguridad social. Estuvo dos meses en cama, pero serena. Una muerte que mis hermanos, mi madre y yo recordamos con serenidad también. Mi tía (la hermana de mi abuela)murió sin opción a calmante porque su médico de cabecera no lo consideró oportuno.

19 de febrero de 2008 19:13

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